Tratado de Versalles
En un momento convulso de la historia de la humanidad, cuando todo parecía perdido, en Francia, más concretamente en París, surge la necesidad de establecer la paz en occidente y de tomar medidas para solucionar el conflicto conocido como La Gran Guerra. Se reúnen para acordar los términos de la negociación y del cual emana el Tratado de Versalles. Como era de esperar, los vencedores trataron de imponer una severa sanción al Imperio Austro-Húngaro, culpable de gran parte de los destrozos. Este pacto fue acordado el 28 de junio de 1919 y no entró en vigor hasta el año siguiente. Alemania, descontenta con las medidas tomadas, como por ejemplo la pérdida de territorios o la limitación de la Armada, a mayores de la gran indemnización que se vió obligada a pagar a los Aliados. Esto desembocó en el descontento de la sociedad Alemana, que conllevó a la llegada al poder de Adolf Hitler (en 1933 el partido nazi gana las elecciones) y por consecuencia el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial. Martin Buber resume este fatal suceso de la siguiente manera: «Con espanto creciente fue dándose cuenta el hombre en la Primera Guerra Mundial y, ciertamente, a los dos lados de la trinchera, que se hallaba entregado a potencias inabordables que, si bien parecían guardar relación con la voluntad de los hombres, se desataban de continuo, se burlaban de todos los propósitos humanos y traían consigo la destrucción de todos. Así se encontró el hombre frente al hecho más terrible: era como el padre de unos demonios que no podía sujetar». (Buber, 1943, p.56). Al ser humano sólo le queda aprender de lo sucedido y enseñar a las generaciones más jóvenes que la guerra se debe reservar a las películas, novelas y videojuegos.
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